viernes, 7 de agosto de 2009

Editorial Fanatismo - 05-08

Hoy podemos partir de una premisa en la cual todos, a priori, estaríamos de acuerdo: "los extremos son malos". Esta frase, aprendida y adquirida en un punto, y con cierto fundamento en otro, nos ayuda a ir un poco más allá y decir: "los extremos tienen en sí un alto grado de fanatismo". Esto podríamos demostrarlo con ejemplos claros. En nuestros días vemos cómo muchas actitudes de la gente se ven enmarcadas en esta premisa. El fanatismo de los hinchas en las canchas de fútbol provocan incidentes; el fanatismo por el folclore del rock hace que se enciendan bengalas en los recitales sin pensar en consecuencias, o que elegir entre Soda Stereo o los Redondos sea un tema nacional o una excusa para matarse a trompadas; y también lo notamos en que el fanatismo por usar chupines y flequillo hace que aborrezcas a los afligidos y a los que visten con ropas oscuras.
Quizá todo eso sea en realidad, una vez más, una nueva muestra de las tantas otras que usamos para manifestar y justificar nuestra estupidez. Tal vez en nombre de Riquelme, del Indio Solari o de Cumbio hacemos notar nuestras falencias o conductas injustificadas racionalmente.
Podemos concluir pensando lo siguiente: a lo largo de toda la historia, diversos hechos han ido marcando la relación que existe entre el hombre y el fanatismo y los extremos. Hace muchos años atrás, la gente moría, o mejor dicho, se mataban, por diferencias ideológicas o las luchas por el poder dejaban varios muertos luego de años de batalla. Podemos ver que el avance de los años y, en teoría, la evolución del hombre, no han ayudado a cambiar demasiado el panorama, si ayudó el avance tecnológico: antes se mataban a flechazos y ahora con sofisticadas armas, o algunos mueren en nombre de dios pero piloteando un avión. Lo que han cambiado son los métodos, no así los resultados.
En la religión, en la política y en las conductas generales podemos ver cómo han ido evolucionando estos aspectos que parecen ya propios de la raza humana. Y digo de la raza humana porque aún no he visto a un perro matar por Alá o a una zanahoria morir en una guerrilla. Y, por lo pronto, espero no verlo.

No hay comentarios: