viernes, 7 de agosto de 2009

Apertura Realidad - Programa 29-07

(Dos seres debaten en el seno de la realidad) Uno resuelve inevitable la consecuencia de las cosas. El otro considera que muchas veces la realidad se sostuvo en verdades erróneas. El primero lo acepta, pero reconoce que nadie puede traspasar una pared sin golpearse. El segundo entiende al ladrillo y también a su material, el miedo.
De cualquier manera algo queda claro: la realidad es, por lo menos, discutida. Sin embargo la sentencia se suele olvidar al momento de decidir o realizar un balance sobre la vida y sus posibilidades. Aceptada la discusión sobre lo real, se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué hace posible creer en ángeles y, al mismo tiempo, no creer posible otra realidad? Vale decir que los ángeles se pueden sustituir por infinitas sustancias materiales o inmateriales y, aún así, la pregunta mantiene su sentido. Con ella no se intima al oyente a olvidar sus cabalas o promesas, más bien a presentar en el absurdo más absoluto algunos componentes de su realidad.
Ahora podemos asegurar que lo real es discutible y absurdo, y posiblemente también el status quo en el cual reposan los pensamientos más sofisticados y festejados. Desde la antigüedad se sugiere al individuo promedio, fuente de todo saber y de todo mal, que descrea de la realidad ofrecida, o mejor que crea en otra ya armada y pensada. Nuevos limites, nuevas ideas, nuevos sujetos a realizar, nuevos destinos en quien confiar. ¿Pero alguna vez, alguien le pregunto al promedio del individuo si él se siente parte de Juan, José o María? Es decir: ¿usted promedio, supone correspondida sus sentencias en esos seres individuales? Quizás la realidad sólo sea condición de posibilidad. Por tanto podemos crear una nueva junto a ellos sin la necesidad de suprimirlos o disfrazarlos, evitando dar lecciones en vez de libertad. Se intima a no creer pero de esa forma solo se demuestra lo inevitable de las cosas, pensar en otra cosa es sumergirla en la realidad y comprometerla con nuestro destino. Sea en forma de deseo o de miedo, el sólo pensar en algo lo hace más real que a cualquier ladrillo. Sin lugar a dudas, duele más chocar contra eso que patear un adoquín con el dedo chiquito del pie.

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