lunes, 6 de abril de 2009

Memoria

La palabra memoria está cargada de connotación, al menos en nuestro país. Conociendo la historia inmediata que nos antecede es imposible negarla. Y actualmente puede llegar a representar mucho más de lo que estamos acostumbrados.
Hoy vinculamos la palabra 'memoria' práctica y únicamente a lo sucedido con los desaparecidos de la dictadura militar. Pero el ejercicio de dicha palabra debería incluir muchos otros pasajes de nuestra historia más reciente.
Durante la semana pasada ocurrieron ciertas cosas que dispararon varios temas.
El jueves pasado se conmemoró otro 2 de abril. No voy a referirme a la fecha en particular porque no podría decir nada que no se haya dicho. Pero relacionándola con la palabra del día de hoy (memoria) puedo resaltar que con respecto a ciertos sucesos o fechas olvidamos muchas cosas que pasan alrededor de las mismas. No existe argentino que no diga que 'las malvinas son argentinas', ¿pero recordamos quiénes fueron los que defendieron las islas? Casi a diario, en la Capital Federal vemos a ex combatientes mendigando dignidad en los transportes públicos, en la calle, en las plazas. Cada 2 de abril, refugiándome en los discursos enunciados en cadena nacional, estas personas son los referentes a seguir, son a quienes respetamos y honramos, pero el resto de los 364 días del año pasan a ser mendigos, personas que hasta molestan a algunos por perturbar con su discurso la tranquilidad de su viaje en colectivo. Memoria.
La muerte de Alfonsín también dió para testear nuestra memoria. Es cierto que en algún texto anterior ('Recordemos-lo-mejor') tal vez mostré sólo un aspecto, el que consideré más significativo para el momento que nos toca vivir. Digamos, me sirvió como disparador de otras cosas. No quise hablar de todo su gobierno. Y es cierto que no hay que olvidar diferentes hechos sucedidos en la presidencia de Alfonsín. Pero siguiendo con la idea de servirme de un hecho para remarcar otro (si se me permite), la muerte del ex presidente hizo enaltecer ciertos valores como si fueran algo a destacar por su casi exclusividad. Hablar de la honestidad de Alfonsín, de no tener ninguna causa ni citación en la justicia, de ser un hombre decente y tantos otros adjetivos -considerados positivos- que se le adjudicaron no hacen más que hacernos creer que fue un privilegiado por poseer todos esos valores. Es verdad que es difícil, si no imposible, nombrar a algún político con estas características reconocibles. ¿Pero no debería ser cada una de esas cosas algo propio de todas las personas? ¿No debería ser lógica la honestidad o habitual no tener citaciones con la justicia? Que no nos sorprenda la honestidad. Que no nos deje de sorprender una buena acción. Cuando éramos chicos, robar era malo y devolver lo que no era de uno era bueno. Que el tiempo y el contexto no haga cambiar esas cosas. Memoria.
No voy a extenderme demasiado. Podría ahondar en un montón de hechos de la historia pero con sólo nombrar algunos alcanza:
- cada uno de los representantes que elegimos son parte de algo que repudiamos en algún gobierno anterior, el tema es que saben que nuestra memoria es frágil;
- no es necesario remitirse a la época de los militares, en nuestra época hay desaparecidos, pero que peligrosamente olvidamos (¿dónde está Julio López?);
- según nuestra memoria no hay más hambre en tucumán, ¿o alguien sabe qué fue de la nena que alguna vez salió llorando en un noticiero porque tenía hambre?;
- viniendo más a nuestros días, parece que Alfonsín, antes de morir y con la ayuda de Maradona, se encargó de solucionar el tema de la inseguridad. Ahora el dengue se encarga del ex presidente y del técnico de la selección de fútbol. Mañana, lo que hoy es epidemia, será olvidado por alguna otra noticia de último momento.
Y así, probablemente sigamos olvidando cosas. Porque está demostrado que no aprendemos.
Los cambios, que significan dejar algo para tomar otra cosa, pueden ser positivos o negativos. Y la memoria es un factor fundamental para que deriven en uno o en otro. Aprender de los hechos, mirar hacia atrás para ver qué fue lo que falló, y para ver en qué nos equivocamos, como sociedad e individualmente, también ayudaría, pero la autocrítica y la memoria evidentemente no están a la moda.
Detenete un momento y pensá si lo que tu cabeza retiene es realmente importante. Almacenamos tantas idioteces... Si usáramos un poco de esa memoria para lo que realmente es significativo tal vez seríamos otros...
Los cambios a veces asustan... Pero hay que pensar qué asusta más: si la idea de cambiar o la idea de seguir olvidando...