lunes, 27 de julio de 2009

Editorial Apertura 15-07

El autor de estas líneas reconoce que el sentido común se desvive por restarle significado o contenido al concepto igualdad. Por ello, resuelve modificar su clásico enfoque de alertar al oyente sobre las decepciones o carencias que posee pensar las cosas en términos absolutos.
Para comenzar observamos que diversos autores plantean una problemática común. La pregunta es: ¿qué viene primero la igualdad o la diferencia, entendida también como desigualdad? Se piensa que sin una diferencia primaria o sustancial sería imposible que naciera el concepto de igualdad. En otras palabras: si cuando nacemos ya tuviéramos asignada a la persona que compartiría nuestra vida, felizmente, hasta la muerte; la poesía perdería su razón de ser. En ese caso, el amor representado en ella y sus metáforas, ¿para qué? Sin embargo se suele olvidar algo. Preguntar para qué, es cuestionar la finalidad o utilidad de algo. Lo cual equivale a decir: la poesía es posible si, y sólo si, por su utilidad para demostrar amor. Ahora el error demuestra nitidez, existen infinidad de cosas sin finalidad aparente pero, a la vez, innegables. Como también son tangibles situaciones en las cuales su origen literal es, por lo menos, de dudosa procedencia cuando se analiza su significado. El tango no existe solo por la mama y la mujer traicionera. Tampoco podemos inferir que Neruda fue Neruda solo porque la mujer hablase mucho o en momentos inoportunos, según su cita más nombrada.
Muchos premios Nobel aseguran que la diferencia se percibe, por lo tanto el rechazo o la vergüenza ajena dependen de la altura espiritual del observador. Algunos la toleran o la ignoran. Otros planifican un exterminio masivo de criaturas negras, desviados sexuales, comunistas atorrantes, etc. La primera objeción que se me ocurre es que las diferencias son aprendidas antes que observadas. Si un chiquillo se detiene a mirar a una persona y luego consulta a una mayor ¿qué es eso? La respuesta adquiere inmenso valor para el futuro análisis de su cosmovisión. Una cosa es contestar que se trata de una persona, otra muy distinta es exponer un rosario sobre las condiciones usureras innatas en los judíos. Vale aclarar que los chicos poseen una versión minimalista al momento de indagar sobre cualquier asunto. Además, que el niño no exprese sorpresa ante la respuesta no significa que ya poseía una vaga idea sobre el tema. En cambio si genera asombro expresar entre los adultos la igualdad esencial entre seres que suscribir cualquier barbaridad científica para aislar a un rarito.
Resulta trascendente prestar atención a los conceptos utilizados para describir situaciones. Si determino científicamente que tal es gay, el otro judío o musulmán, aquel negro y éste pobre, lo que estoy demostrando es que no son seres esencialmente iguales. Más bien, algún tipo de alienígena. ¡Y vaya a saber uno para qué vino!

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