jueves, 21 de mayo de 2009

Apertura 20 - 05

La palabra compromiso hace referencia a un acuerdo, tácito o no, entre dos o más personas. Esta vaguedad se pierde si a ese concepto le unimos palabras tales como: matrimonio, familia, objetivos o fines, relaciones laborales, etc.; adquiriendo un sentido mucho más exacto. Pero también puede ser que no.
Recordemos un poco la historia de la humanidad y su posible significado en el desarrollo personal. Quienes están acostumbrados a leer nuestros mails, o directamente el blog, saben que la historicidad citada es a modo de ejemplo vulgar y no de exactitud científica. Por lo tanto, no se asuste y continué oyéndonos.
Si alguna vez presenciaron una clase de historia y, además, prestaron atención es casi seguro que pensaron: ¿Cómo puede ser que este tipo/a, en ese momento determinado, actuara de esa manera? Pues bien, la única forma de entenderlo es si apelamos a los compromisos implícitos o explícitos que guían el comportamiento humano. Ej.: cuando miles de hombres morían por las locuras de un rey sin plantear la más mínima objeción.Lo que demuestra este ejemplo, muy a pesar de quienes intuyen el individualismo como innato, es que actuaban comprometidos con la suerte de un reino, tal vez con el mismísimo rey, pero esencialmente con el reino. Es decir: ese conjunto de personas, personajes e instituciones que les daba sentido a sus vidas. La moral y la ética que practicaban se desprendían del común acuerdo, obviamente que la educación mediaba entre los individuos y la sociedad. Es muy factible que la causa de mayor agitación política sea la de apartarse de la tradición y las costumbres. Las relaciones sociales eran estables y previsibles, por lo cual podemos sospechar de donde proviene el término destino.
En la actualidad, cualquier compromiso esta sujeto a modificación. Unas veces porque no se toma en cuenta la magnitud del acuerdo, otras porque se esperaba “algo” que se suponía asegurado. En resumen, el “acuerdo” puede modificarse ante el menor malestar sin perjudicar de forma violenta a la moral o la ética. En todo caso, es mejor visto quien decide de acuerdo a la voluntad del momento y no quien intenta resistir a romper lo convenido. Lo que permitió este cambio radical de conducta fue el hecho de que cambió con quien realizamos el compromiso. Antes era la ciudad, el reino, la religión o la ideología; ahora es con nosotros mismos. Y todos saben que las relaciones que establecemos con nuestro yo, por nombrarlo de alguna forma, son tan cambiantes como nuestro yo con el paso del tiempo. Podemos dudar de cualquier compromiso, básicamente, porque también dudamos de nosotros mismos. Un problema recurrente es que la moral y la ética nunca fueron construcciones individuales.
Sin embargo este cambio de enfoque, de lo grupal a lo ondividual, trae importantísimos beneficios, aunque no seré yo quien los exprese, por no confiar en el individualismo como portador de soluciones. Creo que existen más libros sobre individualismo que individuos por conocer. Pero la realidad esta juzgada y planteada de antemano. El mundo es individualista. Entonces, habrá que pensar hasta dónde es posible que cada uno reflexione y edifique un marco moral y ético, en un contexto social marcado por la inmediatez en el intercambio de mensajes. Imagino un cartel, no muy grande, que cuelgue de nuestro cuello expresando dos o tres máximas de comportamiento; en letra chica diría: 'sujeto a modificación', o 'el Yo presente no se responsabiliza ante futuros desaciertos', etc. En el caso de no ser necesaria la auto-reflexión creo que carece de verdadero sentido el individualismo.
Pierde todo su potencial revolucionario, en cuanto corte rotundo con la historia del ser, ya que ubicar al individuo en el centro del universo sin un contenido que lo sustente es igual que colocar a una zanahoria.
¡Y que me perdonen los vegetarianos!

No hay comentarios: